No lo olvide señor Ménard: quien paga manda
Carentes de moral pero respaldado por mucho dinero, la desprestigiada organización Reporteros sin Fronteras (RSF), ha convocado a los internautas para que el 12 de marzo sea instituido internacionalmente como “Día por la Libertad de Expresión en Internet”.
No hay que ser experto en la materia para darse cuenta de que con esta artimaña de extorsión, financiada y dirigida por la Central de Inteligencia de los EE.UU. se procura arremeter contra la dignidad e independencia de los procesos revolucionarios que avanzan por todo el mundo y en especial contra Cuba, a la cual pretenden sentar en el banquillo de los acusados con el pretexto de encarcelar a supuestos periodistas, practicar la censura en Internet, y toda una ensarta de mentiras repetidas incesantemente por los voceros del imperio.
¿Con qué moral esta una falsa Organización No Gubernamental, pagada por las trasnacionales, la mafia cubano americana de Miami y el binomio National Endowment for Democracy y Central de Inteligencia de los EE.UU. puede cuestionar la obra de nuestro laborioso, revolucionario y culto pueblo?
Como decimos en Cuba, “sígase la ruta del dinero y llegaremos a la esencia del fenómeno”. Es harto conocido que gran parte de los 4 millones de dólares del presupuesto anual reconocido por RSF y por consiguiente de los ingresos personales de su presidente Robert Ménard, proceden de los fondos asignados por el Plan Bush para asegurar la anexión de la Isla.
Bien sabe el mundo que entre las firmas que cotizan y venden a RSF en los medios están Publicis, una multinacional que detenta buena porción del negocio publicitario internacional, su socia neoyorquina Saatchi & Saatchi y la francesa Vivendi, por medio de su rama Vivendi Universal Publishing Services.
La realidad que ya no pueden ocultar es que, Ménard estafa y engaña a cientos de personas y decenas de instituciones. ¿Conocerán otros donantes, como el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, la Agencia Intergubernamental de la Francofonía, la Comisión Europea, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la UNESCO, que el 93 % de los fondos supuestamente dirigidos a dar asistencia a periodistas oprimidos, apoyo material a sus familias y desarrollo de las Casas de Periodistas, no llegan a su destino, sino que se utilizan con el marcado fin de derrocar a la Revolución Cubana y otros gobiernos que se oponen al hegemonismo norteamericano.
¿Será desconocimiento o complicidad por los que sus socios europeos le permiten que solo el 7% del presupuesto general de RSF esté dedicado a su principal misión?.
Bien sabe el presidente vitalicio Ménard, que acciones como las pretendidas a partir del día de hoy no es más que el servicio con que él y su equipo de oportunistas y aprovechados agoreros retribuyen los pagos del Departamento de Estado e Internacional Republican Institute este último, brazo propagandístico del Partido Republicano, cuyos vínculos datan desde la época de la administración Reagan.
Las publicitadas relaciones con personajes tan nefastos como Frank Calzón, del Center for a Free Cuba y de Freedom House, Orlando Gutiérrez-Boronat, del Directorio Democrático Cubano, el Cuban Liberty Council y la Fundación Nacional Cubano Americana, ponen al desnudo los malsanos propósitos de Ménard y RSF contra nuestra Patria.
El pueblo cubano no olvida el hipócrita silencio guardado por RSF cuando la muerte de 16 periodistas víctimas del bombardeo de la OTAN al edificio de la radio y televisión de Serbia en 1999.
Imposible borrar de la mente la hipócrita posición mantenida por RSF ante el asesinato del camarógrafo español José Couso, el 8 de octubre de 2003 en el Hotel Palestina de Bagdad, al ser alcanzado por el obús de un tanque estadounidense disparado intencionalmente contra esa instalación donde se hospedaba la prensa internacional desde antes de la ocupación militar.
Solo partiendo de los lazos de consanguinidad que unen a RSF con Gustavo Cisneros, el magnate de Venevisión y amigo personal de George Bush, se puede entender la cómplice y bondadosa aprobación al golpe de estado mediático, que hizo creer al mundo durante 24 horas que Hugo Chávez había ordenado disparar contra su pueblo en abril de 2002, violándose todos los preceptos de la ética periodística al aprobar la mentira y el engaño del pueblo venezolano y la opinión pública internacional. Disolución del parlamento y cancelación de la Constitución; cacería de los chavistas; negación de la información sobre la resistencia creciente de la población civil... todo ello sin la menor protesta de Reporteros Sin Fronteras.
¿Cómo ignorar que el propio Ménard cumpliendo instrucciones de la CIA captó a periodistas cubanos para la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA) en La Habana, planes abortados por nuestros órganos de inteligencia y denunciados ante el mundo?
¿Será acaso que además del dinero los mueve el odio, la impotencia y hasta la sed de venganza por los sucesivos descalabros ocasionados por la Revolución?.
Unidos por los mismos intereses, y movidos por las mismas cuerdas, Reporteros sin Fronteras clasifica junto a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) como las puntas de lanzas visibles del imperio transnacionalizado y decadente que se duele por nuestros logros en la arena internacional y la indestructible unidad del pueblo en torno al Partido Comunista y al Estado Socialista, que reconoce en Fidel y Raúl sus líderes históricos.
¿Habrá olvidado Robert Menard que su insolencia le llevó a la suspensión por un año del estatus de observador en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU, y que su impropia conducta cívica e irrespeto a las normas internacionales han puesto al desnudo el verdadero espíritu de RSF?.
En Cuba nadie se engaña con el cuento de los 70 contrarrevolucionarios detenidos en marzo de 2003. Demostrado está que son mercenarios al servicio de la mayor potencia extranjera que por demás amenaza con desaparecernos. Las falacias de Ménard han caído en el descrédito al no poder demostrar ningún caso de ejecución extrajudicial ni desaparición forzada ni tortura, mucho menos periodistas. Y eso provoca rabia. Lo cierto es que quien paga manda y en Reporteros sin Fronteras quien más paga es la CIA y la mafia anticubana radicada en Miami. De ahí su notable parcialización política, y la alineación con la agenda del Departamento de Estado de los EE.UU. de los cual el tratamiento a los temas de Iraq, Venezuela, Haití y Cuba son ejemplos elocuentes.
No hay que ser experto en la materia para darse cuenta de que con esta artimaña de extorsión, financiada y dirigida por la Central de Inteligencia de los EE.UU. se procura arremeter contra la dignidad e independencia de los procesos revolucionarios que avanzan por todo el mundo y en especial contra Cuba, a la cual pretenden sentar en el banquillo de los acusados con el pretexto de encarcelar a supuestos periodistas, practicar la censura en Internet, y toda una ensarta de mentiras repetidas incesantemente por los voceros del imperio.
¿Con qué moral esta una falsa Organización No Gubernamental, pagada por las trasnacionales, la mafia cubano americana de Miami y el binomio National Endowment for Democracy y Central de Inteligencia de los EE.UU. puede cuestionar la obra de nuestro laborioso, revolucionario y culto pueblo?
Como decimos en Cuba, “sígase la ruta del dinero y llegaremos a la esencia del fenómeno”. Es harto conocido que gran parte de los 4 millones de dólares del presupuesto anual reconocido por RSF y por consiguiente de los ingresos personales de su presidente Robert Ménard, proceden de los fondos asignados por el Plan Bush para asegurar la anexión de la Isla.
Bien sabe el mundo que entre las firmas que cotizan y venden a RSF en los medios están Publicis, una multinacional que detenta buena porción del negocio publicitario internacional, su socia neoyorquina Saatchi & Saatchi y la francesa Vivendi, por medio de su rama Vivendi Universal Publishing Services.
La realidad que ya no pueden ocultar es que, Ménard estafa y engaña a cientos de personas y decenas de instituciones. ¿Conocerán otros donantes, como el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, la Agencia Intergubernamental de la Francofonía, la Comisión Europea, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la UNESCO, que el 93 % de los fondos supuestamente dirigidos a dar asistencia a periodistas oprimidos, apoyo material a sus familias y desarrollo de las Casas de Periodistas, no llegan a su destino, sino que se utilizan con el marcado fin de derrocar a la Revolución Cubana y otros gobiernos que se oponen al hegemonismo norteamericano.
¿Será desconocimiento o complicidad por los que sus socios europeos le permiten que solo el 7% del presupuesto general de RSF esté dedicado a su principal misión?.
Bien sabe el presidente vitalicio Ménard, que acciones como las pretendidas a partir del día de hoy no es más que el servicio con que él y su equipo de oportunistas y aprovechados agoreros retribuyen los pagos del Departamento de Estado e Internacional Republican Institute este último, brazo propagandístico del Partido Republicano, cuyos vínculos datan desde la época de la administración Reagan.
Las publicitadas relaciones con personajes tan nefastos como Frank Calzón, del Center for a Free Cuba y de Freedom House, Orlando Gutiérrez-Boronat, del Directorio Democrático Cubano, el Cuban Liberty Council y la Fundación Nacional Cubano Americana, ponen al desnudo los malsanos propósitos de Ménard y RSF contra nuestra Patria.
El pueblo cubano no olvida el hipócrita silencio guardado por RSF cuando la muerte de 16 periodistas víctimas del bombardeo de la OTAN al edificio de la radio y televisión de Serbia en 1999.
Imposible borrar de la mente la hipócrita posición mantenida por RSF ante el asesinato del camarógrafo español José Couso, el 8 de octubre de 2003 en el Hotel Palestina de Bagdad, al ser alcanzado por el obús de un tanque estadounidense disparado intencionalmente contra esa instalación donde se hospedaba la prensa internacional desde antes de la ocupación militar.
Solo partiendo de los lazos de consanguinidad que unen a RSF con Gustavo Cisneros, el magnate de Venevisión y amigo personal de George Bush, se puede entender la cómplice y bondadosa aprobación al golpe de estado mediático, que hizo creer al mundo durante 24 horas que Hugo Chávez había ordenado disparar contra su pueblo en abril de 2002, violándose todos los preceptos de la ética periodística al aprobar la mentira y el engaño del pueblo venezolano y la opinión pública internacional. Disolución del parlamento y cancelación de la Constitución; cacería de los chavistas; negación de la información sobre la resistencia creciente de la población civil... todo ello sin la menor protesta de Reporteros Sin Fronteras.
¿Cómo ignorar que el propio Ménard cumpliendo instrucciones de la CIA captó a periodistas cubanos para la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA) en La Habana, planes abortados por nuestros órganos de inteligencia y denunciados ante el mundo?
¿Será acaso que además del dinero los mueve el odio, la impotencia y hasta la sed de venganza por los sucesivos descalabros ocasionados por la Revolución?.
Unidos por los mismos intereses, y movidos por las mismas cuerdas, Reporteros sin Fronteras clasifica junto a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) como las puntas de lanzas visibles del imperio transnacionalizado y decadente que se duele por nuestros logros en la arena internacional y la indestructible unidad del pueblo en torno al Partido Comunista y al Estado Socialista, que reconoce en Fidel y Raúl sus líderes históricos.
¿Habrá olvidado Robert Menard que su insolencia le llevó a la suspensión por un año del estatus de observador en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU, y que su impropia conducta cívica e irrespeto a las normas internacionales han puesto al desnudo el verdadero espíritu de RSF?.
En Cuba nadie se engaña con el cuento de los 70 contrarrevolucionarios detenidos en marzo de 2003. Demostrado está que son mercenarios al servicio de la mayor potencia extranjera que por demás amenaza con desaparecernos. Las falacias de Ménard han caído en el descrédito al no poder demostrar ningún caso de ejecución extrajudicial ni desaparición forzada ni tortura, mucho menos periodistas. Y eso provoca rabia. Lo cierto es que quien paga manda y en Reporteros sin Fronteras quien más paga es la CIA y la mafia anticubana radicada en Miami. De ahí su notable parcialización política, y la alineación con la agenda del Departamento de Estado de los EE.UU. de los cual el tratamiento a los temas de Iraq, Venezuela, Haití y Cuba son ejemplos elocuentes.









